domingo, 25 de marzo de 2012

Luces de Bohemia

Publico en esta ocasión yo (Inés) un nuevo relato :) Uno inspirado en la obra de teatro que vi el pasado sábado y la cual es altamente recomendable! Espero que os guste, un saludo :)


Un teatro que encierra Historia. Que recuerda al Pasado y a asesinatos presidenciales. De un lujo desmesurado que hacen a uno sentirse importante.

Música de piano que resulta ser en directo. De Chopin. O Mozart. O alguno de estos. Citas incomprensibles con un ritmo que alimenta. Esfuerzos por entenderlas. Lecciones de literatura desempolvadas en la memoria.

Y de pronto, la música para. El pianista desaparece. Se hace el silencio.

La función comienza.

Un viejo poeta, el primero de España, aparece en escena. Entre tos y tos, se queja. Tiembla. “El talento en este país no se premia”, se lamenta. La oscuridad para él es eterna. Por su visión pesimista, sus aires de grandeza y su incurable ceguera. El timbre suena. Don Latino y su fatal propuesta. El comienzo de una noche que teñirá la tragedia.

Las horas transcurren y los escenarios se suceden. Un viaje y una vida condensados en medio día. La realidad se deforma y se entremezcla con el espanto y el sueño. El esperpento. Adquiere un matiz difuso. Los contornos se difuminan y los colores, tenues y apagados, se invaden unos a otros. Gritos. Sacudidas. Un catalán anarquista que no teme por su vida. Jóvenes rebeldes y modernistas. Un sistema que oprime y aniquila. Un recuerdo sarcástico a nuestros días.

Tranquilidad.

Un instante de calma. Un café que prolongan empañados espejos. Mesas de mármol y manteles blancos. Divanes rojos. El mostrador en el fondo. El sonido de un violín aparece de pronto. Surge en las butacas y llega a escena, poco a poco. Un juego de sombra y luz resaltan su contorno. Parece hecho con tiza. La oscuridad de fondo. La música se palpa y va llenándolo todo. Las notas se hacen visibles, hechas de luz y polvo. Y el piano reaparece, aunque no se sepa cómo. Rubén está en una mesa, calvo, elegante y gordo. Juventud, divino tesoro. Max se sienta a su lado, por
acompañarle un poco. Y Latino, al otro lado, sacude y menea el rabo.

Al cabo de no demasiado, aparece otra vez el espanto. Una madre que llora con su hijo muerto en brazos y que trae a la memoria un cuadro de Picasso. Mujeres que se ofrecen para pasar un buen rato. Un discurso es pronunciado, merecedor de ser ensayo, pero el pueblo español se encuentra, como siempre, dormitando.

Y cuando despunta el alba, a la vez que canta un gallo, una Estrella se apaga y Máximo es enterrado.

“La tragedia nuestra no es tragedia” sollozan, desconsolados. Y ellas se suicidan presas de pena y llanto. Don Latino gana el gordo y no duda en celebrarlo, aunque se esfuerce en disfrazarlo entre lágrimas y abrazos.

La obra va acabando. Irrumpen los aplausos. Fin del último acto.

Cráneo previlegiado.

A mi padre. Por los planes tan chulescos que nos busca :)

3 comentarios:

  1. Genial, tan bien descrito que me ha transportado perfectamente a ese escenario :)

    ResponderEliminar
  2. Increíble pequeña Zafona. Me ha dejado sin palabras. Eres genial :)

    ResponderEliminar
  3. Lo he leído en tu tablón, ¡es muy chulo Inés! Contigo la gente dejará de ir al teatro, no necesitarán más que leerte jajaja

    ResponderEliminar